lunes, 15 de diciembre de 2014

Historia incompleta

TERMINA LA HISTORIA

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Una joven soñó una noche que caminaba por un extraño sendero campesino, que ascendía por una colina boscosa cuya cima estaba coronada por una hermosa casita blanca, rodeada de un jardín. Incapaz de ocultar su placer, llamó a la puerta de la casa, que finalmente fue abierta por un hombre muy, muy anciano, con una larga barba blanca. En el momento en que ella empezaba a hablarle, despertó. Todos los detalles de este sueño permanecieron tan grabados en su memoria, que por espacio de varios días no pudo pensar en otra cosa. Después volvió a tener el mismo sueño en tres noches sucesivas. Y siempre despertaba en el instante en que iba a comenzar su conversación con el anciano.

Pocas semanas más tarde la joven se dirigía en automóvil a una fiesta de fin de semana. De pronto, tironeó la manga del conductor y le pidió que detuviera el auto. Allí, a la derecha del camino pavimentado, estaba el sendero campesino de su sueño.

-Espéreme un momento -suplicó, y echó a andar por el sendero, con el corazón latiéndole alocadamente.

Ya no se sintió sorprendida cuando el caminito subió enroscándose hasta la cima de la boscosa colina y la dejó ante la casa cuyos menores detalles recordaba ahora con tanta precisión. El mismo anciano del sueño respondía a su impaciente llamado.

-Dígame -dijo ella-, ¿se vende esta casa?

-Sí -respondió el hombre-, pero no le aconsejo que la compre. ¡Un fantasma, hija mía, frecuenta esta casa!

9 comentarios:

  1. a la muchacha le entraron unas ganas locas de compar aquella casa, ya que tal vez sólo de aquella manera, conseguiría resolver el porque de sus sueños sucesivos con esta casa. Ansiosa por saber más, comenzo su investigación, a medida que iba preguntando por aquella casa en todas la inmobiliarias del pueblo, algunas le deban información buena, otras no tanto; hilando, hilando decidió ir a hacer una pequeña visita a aquel anciano, dueño aún de la casa, este buen hombre le contó que la leyenda cuenta uqe hace muhos años una feliz familia vivía en aquella casa, hasta qeu un día la hija menor de estos desaparecio en extrañas circunstancias, se hablaba de rapto, se hablaba de asesinato...nunca se supo la verdad; pero cierto es que de vez en cuando una niña se pasea por aquella casa...

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  2. - ¿Y qué tipo de fantasma es ese?- preguntó ella pensando que eran locuras de un pobre viejo.
    - Es un fantasma que viene desde hace años. Me visita todas las noches, llama a mi puerta y, cuando parece que va a decirme algo, simplemente desaparece… - contestó con tristeza – De hecho, hija mía, creo que se parece bastante a ti…-
    - ¿A mí?- respondió la joven con el corazón en un puño - ¿Qué quiere decir con que se parece a mí?-
    - Si…. – respondió el anciano – el parecido es sorprendente…
    La joven, asustada, comenzó a temblar.
    - Dígame, joven – prosiguió él- ¿Cómo se llama usted?-
    - Yo…. – susurró ella –, mi nombre es Ángela Jiménez.
    El hombre palideció y con un hilillo de voz dijo:
    - Ángela… ¿de verdad eres tu?-
    La joven, aún temblando, le preguntó:
    - ¿Us- usted me co-conoce?-
    - Ángela… - volvió a susurrar el anciano y una lágrima comenzó a caer por su mejilla.
    De repente, oyó un gran ruido, sintió un golpe y cayó al suelo.
    Cuando se levantó, el anciano había desaparecido. Entró en la casa, llamándole pero estaba vacía. Cuando iba a salir reparó en una colección de fotos que había en el rellano de una ventana.
    Se acercó y le vio. Era el anciano. En la foto aparecía con su mujer, sus hijos y sus nietos. En otra foto aparecía el mismo anciano mucho más joven con una mujer. Se acercó un poco más y se fijó en esa mujer. Los ojos, la boca… le resultaban familiares.
    Sin pensarlo cogió la foto y le dio la vuelta. Había un mensaje escrito: “Mi querido Pedro, siempre te querré. Tu Ángela”.

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  3. La joven se quedó estupefacta sin saber que decir mirando la cara atemorizada del anciano. Las palabras del hombre trajeron a su memoria las historias que su abuela le contaba cuando era apenas una niña sobre misteriosas personas que paseaban por las calles del pueblo, de noche, cuando creían que nadie les observada, o sobre seres demasiado altos, escurridizos y rápidos como confundirlos con los habitantes de la zona que tantos y tantos niños aseguraban haber visto rodeando el cementerio. Cuentos de niños maliciosos para niños inocentes.

    Restándole relevancia a sus palabras, decidió continuar con el juego del hombre y preguntarle por ese fantasma que habitaba las paredes de la casa y, quizá así lograría extraer información sobre la mansión y la razón de sus sueños. Al preguntarle al hombre sobre por qué creía que un ser de otro mundo residía en aquel lugar, este comenzó a hablar sobre las extrañas llamadas a la puerta que se repetían cada noche y sobre como nadie aparecía en el rellano cuando abría la puerta. También le habló sobre las sombras que sentía rondar por el exterior de la casa.

    La joven, contagiada por el miedo que emanaba de las palabras del hombre y del terror que evocaba la expresión de su rostro, comenzó a temblar, y él, gentilmente, insistió en que entrara en el interior de la mansión y dedicará unos minutos a tomar un té y entrar en calor.

    Sorprendida por la belleza de los muebles y las vidrieras antiguas que adornaban los espacios de la casa y atrapada por las historias que comenzó a contarle el anciano sobre las familias que habían vivido en aquel lugar durante años, siglos, y sobre como él, único descendiente vivo de su familia, se negaba a abandonar su hogar y el de sus antepasados a pesar de todo, se olvidó por completo del paso del tiempo. Repentinamente llamaron a la puerta, y ella pensando que se trataría de su cochero quien asustado por su larga ausencia acudía a buscarla, siguió al hombre sin temor.

    Al abrir la puerta el anciano emitió un grito de espanto y sorpresa que ser perdió en la noche. Frente a él se encontraba la joven que poco antes había llamado a su puerta interesada en la compra de su casa, la que hasta hace breves segundos, se encontraba a sus espaldas. Aturdido, se dio la vuelta para buscarla, pero allí no había nadie.

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  4. El lunes siguiente, cuando el anciano abrió la puerta, un equipo de investigación paranomal de la Universidad Jiménez del Oso, le miraba sonriente. Estaban de prácticas, dijeron, habían oído el caso, comentaron, y deseaban, con el permiso del señor, comprobar la veracidad de su afirmación. Consintió el hombre, y el alegre grupo se le instaló en el salón.
    Cuatro días tardó el fantasma en aparecerse. Con acento argentino se presentó como el Dr. Gambarti, dijo tener el corazón dividido entre Freud y Jung, y fue dando cita para consulta a todos y cada uno de los miembros del grupo de investigación.
    Volvió la joven, interesándose por el desalojo del fantasma.
    -!Hija mía!- respondió el anciano - si antes frecuentaba la casa, ahora pasa consulta en el diván del salón.
    - He soñado con esta casa... - empezó ella a decir, sin saber muy bien cómo iba a acabar la frase.
    - Ummm...yo de sueños no sé nada, pero si quiere le cojo vez para ver al doctor.

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  5. La joven palideció al momento. Se dio la vuelta rápidamente y entro de nuevo al automóvil para dirigirse a la fiesta. Su cabeza no dejaba de pensar en su sueño, en el camino, en el viejo, en aquellas casa, en fantasmas...llegó a la fiesta sin muchas ganas de ella. Pero entonces, de nuevo, apareció el viejo en la fiesta dirigiéndose hacia ella. Sudores fríos le corrían por todo el cuerpo cuando, de un grito, su madre la despertó de la interminable siesta que se estaba echando para estar descansada y pletórica en su fiesta más deseada.

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  6. -¿Un fantasma? - preguntó la joven - yo no creo en fantasmas.
    - No es necesario que creas en ellos. Lo peligroso es cuando ellos creen en ti. El fantasma de esta casa tiene por costumbre adueñarse de los sueños de todas las personas que puede y cuando lo consigue sólo hay una forma de librarse de él.
    - ¿Cómo?
    - Comprando la casa.
    - Pero, ¿no dijo usted que no me aconsejaba comprarla?
    - No le aconsejo comprarla si usted acostumbra a dormir a pierna suelta. En cambio si el fantasma se ha adueñado de sus sueños es la única opción.
    Sólo una semana después de aquella conversación la joven era propietaria de su propia casa y el anciano de la larga barba blanca había batido todos los records en venta de inmuebles. “Una vez más ha funcionado” pensó el anciano “sin duda es un buen truco”.

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  8. - Un momento...-dijo la chica retrocediendo levemente- ¿cómo sabía usted que iba venir?
    - Yo soy el fantasma que asola la casa, he vagado durante años en los sueños de diversas personas, hasta que tú me has encontrado. Necesito que me liberes de esta maldición que no me deja descansar en paz.

    - Pero... ¿de qué maldición me habla? No entiendo nada...

    - Me asesinaron, hija. Debes averiguar quién lo hizo para que pueda marcharme. ¡LIBÉRAME! ¡LIBÉRAME!

    De repente, la chica despertó abruptamente. Estaba empapada en sudor y sentía como si el corazón se le fuese a salir del pecho. Trató de tranquilizarse y entrar en razón, todo había sido un sueño.

    En ese momento, encendió la luz y descubrió atemorizada que tenía las manos llenas de sangre.

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  9. La joven en el momento que escuchó tal afirmación, la de que en aquella casa habitaba un fantasma, pensó que el señor deliraba a consecuencia de su avanzada edad. E ignorando lo que le había comentado el anciano, se dispuso a comprar la casa. La primera noche en la nueva casa fue terrorífica, ya que el sueño de la joven volvió a repetirse pero esta vez había cambiado de perspectiva, es decir, la mujer que en los sueños anteriores acudía a la casa preguntando por la casa no era ella. La protagonista del sueño, la joven, se dió cuenta de que era parte del piso sin que perteneciese a ningún cuerpo viviente. A raíz de la recomendación del anciano que le daba a la nueva señora sobre que en ese piso habitaba un fantasma y que no le recomendaba comprar la casa, la protagonista se dió cuenta de que el fantasma del que hablaba el anciano se refería a ella.

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